DESDE EL HASTÍO. ANA VICTORIA LOVELL.
Papeles del Boulevard 2007.
Hablar del libro de A.V.Lovell es haber antes incursionado en una lectura caramente poética de formas estilizadas y de aliento metafórico. El volumen se divide en cuatro capítulos: ”De tanto silenciar”, “Sobre el hastío”, “Regreso a casa”, y “Una línea de Kavafis en dos movimientos”. En el primero dice: “De tanto silenciar/esa espesura de niebla/ se pronuncia como tupido ramaje(…)Hacer pie sobre el musgo es una/provisoria comprobación del estar.” La poeta da comienzo a su tarea que va a ir buscando en esa espesura y esa cerrazón ir del silencio a la pronunciación, sea establecida como sutiles diálogos incluidos en los versos, o como minúsculas incisiones mediante las cuales va abriendo y punteando el sentido de la palabra “hastío”. Pero también augura que el trabajo no será sobre tierra firme, más bien deberá la poeta hacer pie sobre musgo, el equilibrio puede perderse desde el ojo a la mano y desde la mano al corazón cuando hay que ir hacia esos sitios de comprobación de lo humano ( sea esto el estar, el “quedarse” estando o una tautología de ciertas aceptaciones) tarea obstinada y vehemente en Lovell que no ceja desde sus otras obras poéticas, y siempre lleva adelante con una delicadeza de selección de imágenes e intertextos que le confieren una voz especial. Lo que acecha en este ir es el silencio y el saber deshacer con pequeños movimientos hasta la mínima certeza, llevar todo a un lugar impreciso “prosa líquida espesa prosa donde el yo no arrogue pertenencia”, en el texto: un yo sin protagonismo, que no adscriba a forma o posesión. En “Monólogo al ángel primero de Wenders” hace alusión a un tema abordado por el conocido director de cine con relación al mundo angélico y al mundo humano, en la película “Cielo sobre Berlín” titulada en castellano “Las alas del deseo”. En este film un ángel decide tener experiencias humanas para poder acceder a las miserias y alegrías de los seres. Recorre una Berlín en la que quedaron huellas de un pasado de horror —el nazismo, la guerra, el exterminio- El ángel que evoca el poema se debate entre la eternidad y el amor terrenal con toda la gravedad que esta elección implica A.V.L. lo nombra: “Frotaba las alas contra el perramus/como si fueran manos ahuecadas por la niebla/traspasada por agujas de campanarios en la devastada ciudad…”. En otro poema se deja invadir por Julia Kristeva y su filosofía de la melancolía como mal de nuestra época, como imagen contemporánea que viene a escribir: “no hay voces por fuera ni maneras/que se empoza exilia…” la cita es el propio título del poema “Enfermedades del alma” aludiendo a la obra de esta pensadora. Avanzando en el capítulo se suceden otros poemas que reclaman una conciencia del aquí y ahora de la historia. En “Praxis, “Heredad” y en “Corte de los Milagros” la autora despliega imágenes de lo oscuro, el desperdicio, el desecho hurgado, el socavón de la desesperanza que es esta lamentable realidad cotidiana siempre relacionándolo con el eje de lo literario y enunciativo. Luego dice: “Si eso sólo fuera un vaticinio dictado/ por una errática lengua que no recuerda…” viendo en esas imágenes el vaticinio de la destrucción que se cumple por pura amnesia ; en “Anomia” dice “por no saber llamar a las cosas por su nombre” o “desventrada anda toda trapos/la que fue lengua impuntual/ puesta toda en duda /sin prerrogativas ni asomo de certezas…” Con estos textos Lovell se revela a los hechos y prerrogativas que se adjudica el poder declamado en una tautología que va haciendo que una linea del “texto” anule a la anterior pero todo sea un reiterado incumplimiento de metas. En “Pliegues” poema que alude a Malvinas y sus pedazos, después de decir “Oid mortales”, enlutado crujir….” Agrega “Mayo es el mes más cruel/Recuerda que soy la matriz de mi nombre/mi propia matriz”. En esa matriz revolucionaria y libertaria de la Argentina también está el útero de la muerte de un mayo que fue el mes más cruel, el de los vencidos en la misma matriz de otro soñado nacimiento entre “pífanos y clarines arrojados en bolsas negras”. El poema se vuelve esos cuerpos desesperados de sentido cuando todo parecía tener sentido. Hubo voces altisonantes y otras encriptadas, todo un texto completo del que toda copia sería fatal. “Sobre el Hastío”, capitulo siguiente, comienza con un diálogo entre las voces en off del lector y el autor. Asegura Lovell que todo es un sistema de citas y que ambos caen en una reiteración “La proliferación de las imágenes, por culpa de los espejos , como la creación de Gutemberg y como la cópula son los responsables” Insiste en la tautología de la rosa y de todo lo que se re-recrea permanentemente. Autor y lector están en lo tachado, en lo re-escrito, en las enmiendas y sustituciones, en las erratas pero el hastío vuelve de la compulsión repetitiva (de los textos y de la historia). Luego aclara que no es el canto de las sirenas lo insoportable sino el silencio citando a “un tal Macedonio”, en alusión directa a Macedonio Fernández de quien se dice que practicaba el arte de la inacción permaneciendo en silencio varias horas por día, lugar de la meditación y de la creación tal vez, pero tal vez también lugar de lo insoportable donde radica toda significación y la resonancia de la pregunta última y todas las palabras enmudecidas y vigentes. En el poema “Macedonia” A.V.L. aborda en ocho versos la tragedia de la muerte tan absurda como eterna y en el título juega con el apellido del poeta volviéndolo femenino simbiotizándolo con la niña muerta de un poema de aquel titulado Elena Bellamuerte. Otra cita interesante es la del pintor naïfe Henri Rousseau (el aduanero), en La gitana dormida (1897) se ve a una mujer durmiendo plácidamente en medio de un exótico desierto mientras un león la observa muy de cerca, “Por el rabillo del ojo/el cazador mide la distancia/preso el tiempo no depreda” una acción suspendida y plasmada en el cuadro y en los poemas (León y Gitana) el tiempo reclama su eternidad en la obra de arte y en el poema es esa respiración que mantiene el vértigo de la palabra cuando “sigilosamente /se acerca a su presa”. De “Regreso a casa” anteúltimo capítulo en el que se dan cita la evocación de juegos como reinos, agua como nombres, escondrijos y atajos, misterios de los regreso, de nuevo el non sense de lo trágico y su tiempo y destiempo. Cierra el volumen con “Una línea de Kavafis en dos movimientos” dos textos de saludo del poemario en dos versos: “recuerda cuerpo no sólo cuánto” y “recuerda cuerpo fuiste amado” y trata de sostenerse en los adioses de ese barro con musgo de las orillas donde todo empieza, donde todo termina.
AR.