1. INTERIOR CON PÁJAROS (fragmento)
«En el jardín, pájaros inocentes / picotean el césped encendido.»
Horacio Núñez West
Sibelius
un piano en el aire de la casa
la música quema la leña brillante de la estufa
sentados
cada uno de nosotros invoca
a su dios o no dios
unidos en la ceremonia
No sé
(para Elena)
por qué si afuera llueve
elijo una música diferente
en el adentro los sonidos se besan
son dos los que danzan
Otra casa
de un cielo gris con destellos
anaranjadamente oscuros
los pájaros de la tarde
caen
vacíos
sin peso
como hojas
que sopla
la muerte
quizás queriendo otra casa
Otra oscuridad
como un viajero a su sombra la sigo
no hay hambre
sólo deseo
cuando me pierdo
o ella se deshace de mí
el pensamiento deja de aventurar conjeturas
y quedo solo
en mi otra oscuridad
La claridad
(para Irina Bogdaschevski)
la claridad
de la ausencia
pesa y aturde
silencio quebrado
viento que no acaricia
Lunas
no me despojo de lo que más quiero
sino que lo que quiero se despoja de mí
luna
que en la noche
callas
Para qué
para qué dormir si en sueños
el cielo es el cielo
la tierra es la tierra
y nosotros
dos pájaros que se cruzan
y no se reconocen
Certezas
(para Gaby)
sé que hay un pájaro en tu mirar
sé que en ese mirar la dicha es luz
además sé
que en vos
la dicha es
un pájaro
que no me ve
Mares
hace tiempo el mar dejó de visitarme
sin embargo la arena persiste en tus pies
desnudos y fríos
Aguas
la quietud del agua es rota por la hoja caída
un cuerpo apenas sumergido
ondas que llevan / a la otra orilla
la soledad del mundo
Saberes
sé que soy
la garra en la puerta de la jaula
y soy el pájaro
que se queda en un rincón sin querer salir
La enredadera
las rejas desaparecen
es indudable que ese jazmín crece
para recordarnos que la belleza es aún posible
dentro de pocos días sus flores perfumarán
la intimidad de esta habitación
donde consumo mis horas
en busca de un tesoro que no encuentro y que no sé si existe
2. LA CLARIDAD (fragmento)
«Escribir es ofrecer desde el primer momento
la última palabra a otro.»
Roland Barthes
El poder
El poder de una palabra
no radica en la voluntad de poder
decir aquello que los demás
quieren escuchar
El poder de la palabra
es un certero golpe en la cabeza del silencio
Y de esa cabeza –estallada en el aire–
se arma el mundo
a imagen y semejanza
de la poesía
Nuestra pequeñez escrita
Escribir
ser uno
entre tantos otros
pensar
nuestra pequeñez
como lo más importante
que nos pudo haber pasado
Los ojos
Cómo hacer para mirar
a los ojos del otro
y que entienda
Cómo hacer para que los ojos
del otro nos encuentren
y comprendamos
Escrituras
Escribo
sobre el charco
azul
palabras
que se hacen
nube
y lluvia
Los pájaros de nuestra memoria
tal vez el poema sea un campo dorado
a la espera de la lluvia
y después del viento
que mece
los árboles
donde descansan los pájaros
de nuestra memoria
La búsqueda
Muy pocas veces estuvo cerca de hallarlo
Está oculto en algún lugar de la casa
entre libros y palabras
y en contadas noches
en el silencio aparente de los objetos
junto a luces ahora dormidas
presiente
que un fugaz conocimiento
pareciera revelarlo todo
3. AGUAS DE NUESTRA SED (fragmento)
(«Quien lanza barquitos de papel lanza deseos.»
de un libro de Mary Shelley)
Aguas de nuestra sed
Ella acomoda los barquitos de papel sobre la mesa
Esos barquitos están detenidos en el cómplice mirar
La tarde pasa para que las aguas de nuestra sed
empujen a los barquitos
Las alas del deseo
Ella es un pájaro que de noche vuela a lugares desconocidos
Lleva entre sus alas el sabor de los que la amaron durante el día
Viaja sola por temor a que la soledad la abandone
Ella se entrega a los brazos que la oscuridad le proporciona
Esos brazos la abrigan de la posibilidad cierta de la muerte
La muerte siempre la descubre amparada por la noche
A veces se detiene a beber agua de los arroyos quietos
Y un nombre que se dibuja en la momentánea transparencia del mundo
le recuerda que no todo lo escrito podrá ser leído
Al natural
(para Maite)
Desnuda subes
la escalera de madera
cierro los ojos
para perpetuar
la suavidad de tus pasos
el vaivén de tus pechos
dejar afuera
–aunque más no sea
por esta noche–
la ciudad y la tristeza
decidida te acurrucarás
a mi lado
en un instante
en el instante preciso
en el que el cielo
se abrirá
a la fiesta de los cuerpos
al amor de los dos
Ella sabe
(para L. Andreas)
Sabe separar el árbol del bosque
Ella oscurece con su boca el sol
Para nuestra dicha pronto lloverá
Los pájaros de la vida
Sólo algunas estrellas guían
a la pequeña pasajera
que dentro de un soplo besará
al hombre
en la playa encendida
para que los pájaros de la vida
canten
canten
junto a tu pensamiento
que canta
Colores
(para Gaby)
No entiende de colores
confunde el encarnado con la lealtad
lo racional con la esperanza
y la pureza con la obscenidad
No entiende de colores
por eso pinta
Tarde de perros
Como si la tarde pasara por la sencilla razón
de que hay silencios que se hacen
los muertos
Como si los perros que duermen bajo el sol
ladraran en sus sueños
al desconocido
Como si nada quedara
Sólo la ceniza
que nos tuvo de testigo
Señales de mirarnos
Cómplices
Música
En otros atardeceres
los cuerpos eran música
Separados o unidos
cuerpos que sin palabras
se eternizaban en esa escisión
en que la música
parecía detenerse
para empezar
otra vez
la rueda fugaz
de nuestra danza
Esa tarde y siempre
4. NADA FUERA DE LUGAR (fragmento)
«... y que sea lo que sea.»
Jorge Drexler
Los muertos
¿Qué se hace con un muerto?
¿Se lo deja en casa?
¿Se le cierran
las ventanas y la puerta
de la habitación?
¿Se habla en voz baja
para no despertarlo?
¿Se lo comienza a olvidar
para no sentir
culpa de su abandono?
Cara y Cruz
Dando la cara llegamos a la vida
con palmaditas en el culo
nos reciben
y de inmediato nos revolean al aire
como a una moneda
por si una vez el azar
por si falla el juego
de la vida
pero la suerte sigue echada
y caemos siempre irremediablemente cruz
Luego juntan nuestros pedazos
Nos olvidan
en uno de esos lugares
oscuros y fríos
Preguntas
¿No hay sol para el desolado?
¿El desolado no hace luz desde su mirar?
¿En el mirar del desolado la luz se transparenta en claridad?
¿Desaparece la luz para sólo ser oscuridad?
¿Acaso el desolado tiene alergia a la luz?
Lecturas
Enfrascado en la lectura de Proust
no llegaba a percibir que
desde el tren
los árboles eran más lentos
tampoco
cuando el muchacho cruzó el vagón
arrebatando a justos y pecadores
las cadenas de un oro imposible
para saltar sin tiempo
y violentamente perdido
hacia otras formas del mundo
Cantar a tientas
Hace una cantidad de años
se solía dejar ciegos a los canarios
para lograr en su canto mayor belleza
-actitud típicamente humana
como cortar lenguas
cercenar gargantas-
Hoy
las cosas no han mejorado
y los pájaros que aún sobreviven
cantan
a tientas
todo el tiempo
con señas desesperadas
Ella dijo
empujá la desdicha a un lado
porque para el dolor
siempre hay tiempo
y recordá
la vida
no es más que estos pedazos de nosotros
compartidos con los demás
José María Pallaoro (La Plata, 1959). Vive en City Bell (Provincia de Buenos Aires). Publicó plaquetas, cuadernos y tres libros de poemas: El viaje circular, Pájaros cubiertos de ceniza y Son dos los que danzan. Compiló (junto al poeta Néstor Mux) y editó la antología: Naranjos de fascinante música: poesía contemporánea de amor en La Plata, donde se incluye material de 34 autores del Partido de La Plata.
Es director de el espiniyo revista de poesía de las cuatro estaciones, la primera en su género realizada en el Partido de La Plata.